Parashat Ha-Shavua:
Ki Tisa - Cuando Cuentes - כי תשא
Texto y comentario del Rab. Ari Oliszewski
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“Errar es humano, perdonar también…”
Esta semana leemos en nuestras sagradas escrituras acerca del primer censo, en el que cada hombre apto para la guerra debía contribuir con medio shekel.
A su vez comienza el trabajo en el tabernáculo, que debía culminarse cuando comenzaba Shabat.
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Unos capítulos más adelante la Torá nos relata aquel suceso en que Moshé baja del Monte Sinaí con las Tablas de la Ley, y encuentra al pueblo adorando un becerro de oro. A razón de este acontecimiento, Moshé se enfurece y rompe las tablas y el becerro. Luego vuelve a subir al Monte, pidiéndole a D´s que perdone al pueblo, y Este accede ordenándole que construya unas Tablas nuevas, prometiéndole que acompañará al pueblo hacia la tierra prometida.
Hasta aquí tenemos el resumen de la Parashá. Sin embargo podemos ver una gran cantidad de enseñanzas que la Torá quiere obsequiarnos en este Shabat Kodesh, de las cuales, creo que la más importante radica en la capacidad de poder perdonar.
Es claro, que el pueblo había errado el camino. Que haberle pedido a Aharón que les construya un becerro de oro para adorarlo, no fue la decisión más feliz que pudieron tomar.
Por otro lado, también se podría pensar y pararse en los zapatos del pueblo, quienes de pronto se ven sin la presencia de Moshé, quien se demoraba en regresar de la montaña, y quién sabe si regresaría.
Sin embargo, la historia nos relata que Moshé regresó, con las Tablas, y fue tanta la ira que sintió que rompió las mismas y también así lo hizo con el ídolo construido. Luego, la historia es conocida, vuelve a subir al Monte Sinaí para traer las nuevas Tablas.
Ahora bien, la pregunta que me surge es, como puede ser que después de tal acontecimiento, D’s perdonó al pueblo? Acaso no fue un hecho terrible, que merecería que se le dé la espalda?
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La Torá nos narra acerca del pedido de Moshé de misericordia ante el pueblo. Pedido que habla de una humildad tal, que permitió a Moshé a realizar tal suplica.
Y obviamente, como bien conocemos el relato, D’s accede a este pedido, otorgando una segunda oportunidad al pueblo.
Lo grandioso que vemos aquí es algo que hoy en nuestros días esta como perdido, y es justamente tener la capacidad no solo de pedir perdón, sino el poder perdonar.
Es realmente increíble que algo tan sencillo como lo es arrepentirse cuando uno está equivocado, hoy en día podemos ver que no es una práctica que se realice muy a menudo. Y obviamente, dentro de la misma dificultad, encontramos la capacidad de perdonar a aquellos que se equivocan. El por qué? No lo sé. Lo que si se, es que sería muy diferente el mundo si comprenderíamos que cometer errores es normal, porque somos seres humanos, y NO SOMOS PERFECTOS, sino todo lo contrario, día a día aprendemos algo nuevo, y crecemos a partir de cada obstáculo sorteado, permitiéndonos de esta forma lograr mejorar el mundo en el que vivimos.
Sin embargo, si tomamos la tesitura de creernos que somos perfectos, jamás creceremos ni aportaremos nada a la humanidad.
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Y por otro lado, saber que nos equivocamos, será el puntapié inicial para comprender que no vivimos solos en el mundo, y que aquellos que nos rodean también cometen errores, por lo que, así como a nosotros nos agrada que nos perdonen cuando no actuamos correctamente, del mismo modo aquellos que se equivocan, también merecen ser perdonados, otorgándoles otra oportunidad para reparar lo acontecido.
Claro, la pregunta siguiente a esto es: y que pasa si siempre se equivocan? Hasta donde tengo que perdonar?
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La respuesta que dieron nuestros sabios de bendita memoria, fue que siempre que una persona haga Teshuva en forma sincera, debe ser perdonado. Ya el Rambam explica (Mishne Torá, Hiljot Teshuva 2:2) que una persona incluso en el instante previo a la muerte, si se arrepiente sinceramente, será perdonado y tendrá lugar en el Mundo Venidero. Entonces, si D’s puede perdonar, nosotros no?
Como bien sabemos, D´s habría querido destruir al pueblo después de lo acontecido con el becerro de oro, pero gracias a la intervención de Moshé Rabeinu, el pueblo fue perdonado.
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Sería muy lindo si pudiéramos asemejarnos, aunque sea un poquito a la actitud que tomo tanto D´s como Moshé. Debemos aprender a dar una segunda oportunidad, y también a interceder por aquel que necesita que le demos una mano.
Si lográramos que todas las personas actuaran de esta manera... seguramente otra seria la historia.
Quiera D´s que en este Shabat Kodesh podamos todos aprender de nuestros antepasados, quienes entendieron que es factible que nos equivoquemos, y que si reflexionamos y nos arrepentimos, podemos disculparnos, y así conseguir otra oportunidad para remediar el error.
Que sea un Shabat de reflexión, de Ahabat Ajim, y por sobre todas las cosas, que podamos concretar aquel tan anhelado deseo que persigue este Pueblo del Libro, que es Shalom, Paz en lo más profundo de nuestro ser y en nuestra querida Medinat Israel.
Shabat Shalom Umeboraj.
Rab. Ari Oliszewski
“Errar es humano, perdonar también…”
Esta semana leemos en nuestras sagradas escrituras acerca del primer censo, en el que cada hombre apto para la guerra debía contribuir con medio shekel.
A su vez comienza el trabajo en el tabernáculo, que debía culminarse cuando comenzaba Shabat.
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Unos capítulos más adelante la Torá nos relata aquel suceso en que Moshé baja del Monte Sinaí con las Tablas de la Ley, y encuentra al pueblo adorando un becerro de oro. A razón de este acontecimiento, Moshé se enfurece y rompe las tablas y el becerro. Luego vuelve a subir al Monte, pidiéndole a D´s que perdone al pueblo, y Este accede ordenándole que construya unas Tablas nuevas, prometiéndole que acompañará al pueblo hacia la tierra prometida.
Hasta aquí tenemos el resumen de la Parashá. Sin embargo podemos ver una gran cantidad de enseñanzas que la Torá quiere obsequiarnos en este Shabat Kodesh, de las cuales, creo que la más importante radica en la capacidad de poder perdonar.
Es claro, que el pueblo había errado el camino. Que haberle pedido a Aharón que les construya un becerro de oro para adorarlo, no fue la decisión más feliz que pudieron tomar.
Por otro lado, también se podría pensar y pararse en los zapatos del pueblo, quienes de pronto se ven sin la presencia de Moshé, quien se demoraba en regresar de la montaña, y quién sabe si regresaría.
Sin embargo, la historia nos relata que Moshé regresó, con las Tablas, y fue tanta la ira que sintió que rompió las mismas y también así lo hizo con el ídolo construido. Luego, la historia es conocida, vuelve a subir al Monte Sinaí para traer las nuevas Tablas.
Ahora bien, la pregunta que me surge es, como puede ser que después de tal acontecimiento, D’s perdonó al pueblo? Acaso no fue un hecho terrible, que merecería que se le dé la espalda?
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La Torá nos narra acerca del pedido de Moshé de misericordia ante el pueblo. Pedido que habla de una humildad tal, que permitió a Moshé a realizar tal suplica.
Y obviamente, como bien conocemos el relato, D’s accede a este pedido, otorgando una segunda oportunidad al pueblo.
Lo grandioso que vemos aquí es algo que hoy en nuestros días esta como perdido, y es justamente tener la capacidad no solo de pedir perdón, sino el poder perdonar.
Es realmente increíble que algo tan sencillo como lo es arrepentirse cuando uno está equivocado, hoy en día podemos ver que no es una práctica que se realice muy a menudo. Y obviamente, dentro de la misma dificultad, encontramos la capacidad de perdonar a aquellos que se equivocan. El por qué? No lo sé. Lo que si se, es que sería muy diferente el mundo si comprenderíamos que cometer errores es normal, porque somos seres humanos, y NO SOMOS PERFECTOS, sino todo lo contrario, día a día aprendemos algo nuevo, y crecemos a partir de cada obstáculo sorteado, permitiéndonos de esta forma lograr mejorar el mundo en el que vivimos.
Sin embargo, si tomamos la tesitura de creernos que somos perfectos, jamás creceremos ni aportaremos nada a la humanidad.
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Y por otro lado, saber que nos equivocamos, será el puntapié inicial para comprender que no vivimos solos en el mundo, y que aquellos que nos rodean también cometen errores, por lo que, así como a nosotros nos agrada que nos perdonen cuando no actuamos correctamente, del mismo modo aquellos que se equivocan, también merecen ser perdonados, otorgándoles otra oportunidad para reparar lo acontecido.
Claro, la pregunta siguiente a esto es: y que pasa si siempre se equivocan? Hasta donde tengo que perdonar?
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La respuesta que dieron nuestros sabios de bendita memoria, fue que siempre que una persona haga Teshuva en forma sincera, debe ser perdonado. Ya el Rambam explica (Mishne Torá, Hiljot Teshuva 2:2) que una persona incluso en el instante previo a la muerte, si se arrepiente sinceramente, será perdonado y tendrá lugar en el Mundo Venidero. Entonces, si D’s puede perdonar, nosotros no?
Como bien sabemos, D´s habría querido destruir al pueblo después de lo acontecido con el becerro de oro, pero gracias a la intervención de Moshé Rabeinu, el pueblo fue perdonado.
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Sería muy lindo si pudiéramos asemejarnos, aunque sea un poquito a la actitud que tomo tanto D´s como Moshé. Debemos aprender a dar una segunda oportunidad, y también a interceder por aquel que necesita que le demos una mano.
Si lográramos que todas las personas actuaran de esta manera... seguramente otra seria la historia.
Quiera D´s que en este Shabat Kodesh podamos todos aprender de nuestros antepasados, quienes entendieron que es factible que nos equivoquemos, y que si reflexionamos y nos arrepentimos, podemos disculparnos, y así conseguir otra oportunidad para remediar el error.
Que sea un Shabat de reflexión, de Ahabat Ajim, y por sobre todas las cosas, que podamos concretar aquel tan anhelado deseo que persigue este Pueblo del Libro, que es Shalom, Paz en lo más profundo de nuestro ser y en nuestra querida Medinat Israel.
Shabat Shalom Umeboraj.
Rab. Ari Oliszewski